Según informó la Policía, en San Miguel de Tucumán hay 8.300 efectivos. Su misión es mantener el orden y la seguridad pública para resguardar la vida, los bienes y los derechos humanos de la población, contribuyendo a la seguridad ciudadana en cumplimiento de las normas constitucionales y de la legislación vigente. Existen ordenanzas municipales y artículos en el Código de Contravenciones provinciales que prohiben arrojar basura en la vía pública o trasladarla en vehículos que no estén habilitados para tales fines, como -por ejemplo- los carros de tracción a sangre. Las sanciones y multas correspondientes a la normativa pueden, y deben, ser aplicadas por cualquiera de los 8.300 agentes que vigilan las calles de la ciudad.
Por pedido de la Municipalidad, cuatro lugares capitalinos propensos a la acumulación de basura tienen consigna policial. Los resultados de la medida fueron más que alentadores y Obras Públicas de la capital ya solicitó la presencia de uniformados en 24 vaciaderos más. Sin embargo, el jefe de Policía, Jorge Racedo, dejó ayer en suspenso la resolución de la disposición municipal y manifestó que no puede ocupar 24 efectivos para custodiar basurales. "Deben vigilar la vía pública. No tendría inconvenientes en colaborar, pero la Municipalidad podría poner en servicio a sus empleados en esos lugares. Es necesario concientizar al ciudadano", afirmó el comisario, en diálogo con LA GACETA.
El subsecretario de Obras Públicas de la Municipalidad, Atilio Belloni, ante la negativa, insistió en que la medida responde a una necesidad ciudadana y que los empleados de su repartición no están capacitados para vigilar los vaciaderos correspondientes y recibir amenazas por parte de los carreros que arrojan desperdicios en el vaciadero. "Si un carrero te amenaza con un cuchillo cuando le pedís que no tire basura en la calle, no podés poner a un civil para que actúe. Más autoridad tiene la Policía. Un placero o un empleado municipal puede vigilar que no ensucien un banco o que no pisen el césped, pero no tengo personas capacitadas para recibir una agresión", explicó el funcionario.
Con o sin ellos
El ingeniero Belloni remarcó la importancia de erradicar estos vaciaderos a cielo abierto y opinó que esos sitios deben recibir un trato especial. "La custodia de un trabajador municipal no va a lograr el efecto deseado. Por eso necesitamos policías. Vamos a seguir limpiando, con o sin ellos", dijo. "Si le das más vida a esos puntos, generás uso y evitás que se tire basura. Se puede poner una gruta religiosa, hacer una vereda; es decir, infraestructura y equipamiento que fomenten el uso del sector. Esa es una de las formas para detener el crecimiento de un basural", expresó.
Las ordenanzas municipales y las leyes de contravenciones vinculadas al arrojo de desperdicios en la vía pública son muchas. Las multas y las sanciones, también. Pero no cualquiera puede poner en vigencia su aplicación. "El municipio no puede detener a la persona que arroja basura, sólo puede sancionarlo. La Policía, en cambio, si. Lamentablemente se llegó al extremo de poner custodia policial porque nadie cumple las ordenanzas. Es necesario que haya efectivos en las zonas indicadas y que procedan a detener a los infractores y a secuestrarles el carro", argumentó el concejal radical José Luis Avignone.
En la capital, existen alrededor de 110 basurales de diferentes dimensiones y sólo cuatro disponen de vigilancia policial. El pedido municipal para ubicar agentes en otros 24 basurales no obtuvo respuestas alentadoras. Allí, los tucumanos desaprensivos seguirán intoxicando la ciudad con sus desperdicios.
RECLAMOS VECINALES
- Vecinos valientes.- "La única solución posible es que tengamos los mismos beneficios que tienen los vecinos de Castro Barros al 1.000. Sin vigilancia policial, los carreros van a seguir tirando bolsas", se quejó José Gualinchain, de 72 años, que vive en Congreso al 1700. Frente a su casa crece un enorme basural y, junto a otros vecinos del barrio, tomó la iniciativa de amedrentar a quienes arrojen desperdicios en la calle ante la ausencia de uniformados.
- Prenderle fuego a la mugre.- "La única solución es prenderle fuego a toda la basura. Es la única manera de hacerla desaparecer. No pasa el camión de limpieza, no hay policías cerca. Vos ve", se quejó Verónica Lazarte, de 32 años, empleada doméstica. Uno de sus sueños es que, durante 2013, se fumigue y desinfecte el vaciadero clandestino que hay en República de Líbano y Paraguay.
- Casado, desempleado y triste.- "Los carreros tiran basura por la noche, cuando nadie los ve. Es muy triste que nadie haga algo", se lamentó Hugo González, casado y desempleado. Vive en República del Líbano y Paraguay, donde la basura se multiplica día a día. Cree que ni la Policía puede solucionar el problema.
- Promesa incumplida.- "Sigue igual. Hasta los mismos vecinos tiran sus bolsas de basura al lado del canal", se quejó Ana Romina Morban, que vive en en pasaje Lucio V. Mansilla y México. A pocos metros de su casa la basura se esparce por todos lados. "El 90% de los carreros vive en las inmediaciones. Tampoco hay control policial, como prometió la Municipalidad", contó.